Permanezco impasible
tras una ventana extraña
en estas tardes que ya asoman
tan tempranas.
La luz es más perdurable
a pesar de la anochecida que se avecina.
Luz cansina
en esta oscuridad tan osada.
El humo de un cigarro
necesita escapar y lo consigue
con la sencillez de lo efímero.
Todo revolotea a mi alrededor.
Me siento atrapada.
Caen sobre mi cuerpo
gotas de lluvia inflamadas
con sonidos de tantas mañanas.
Suspiros que viven en ellas
me golpean.
Permanezco.
Sobrevivo.
Que es más que vivir.
Y vivo, que es mucho más aún.
Y sueño siempre.
Este sueño que me lleva a algún lugar distinto,
algún lugar repetido en la memoria.
Y entre tantas vidas escogidas,
hoy, todavía, a pesar de todo,
me quedo contigo.
A pesar de estas tardes,
que con tanto dolor
duermen, acomodadas, en los años de mi vida.
A pesar de tanta carga, y de la nostalgia.
Tardes. Una jornada. Una más. Cuánta densidad.
Las de ayer que pasaron tristes.
Esta tarde que tanto duele.
Las tardes de dolor,
que me quedan por estar.
Carmen Cano Durán © ®
foto: carmen cano durán © ®