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martes, 30 de abril de 2013
sábado, 20 de abril de 2013
UN AROMA A REALIDAD
Un aroma a
realidad
Aquella tarde no la recuerdo muy bien.
Tampoco recuerdo si era fría o calurosa. Continuamente siento la necesidad de
controlar el tiempo, el que hace y en el que vivo. Digamos que me ofrece cierta
tranquilidad. Y lo contrario puede desquiciarme hasta un nerviosismo sin igual.
Tengo una borrosa idea de la sala de
estar. No acierto a recordar la distribución de los muebles que en tantas ocasiones cambié de lugar.
Vamos, - intenta recordar
-, me digo.
Pero resulta del todo inútil. Mi habilidad se
ha reconvertido en impaciencia.
Debes recordar, - me repito -, pero esta
insistencia es aún peor, y lucha en guerra silenciosa contra los malditos bits
de mi cerebro. Les llamo estafadores, y utilizo palabras malsonantes aún
sabiendo que me insulto a mí misma.
Nada sucede, nadie contesta,
ni siquiera yo me respondo y parezco aletargada.
-
Estafadores, ¿ acaso no conocéis otra forma de
imponerme vuestro castigo que con la huída de ideas y el olvido intermitente?
Esto ya no es nada nuevo. ¿ no tenéis algo diferente para mí? ¿ me podéis
ofender de alguna otra manera?
Mantengo la mente lúcida,
también esto me sorprende. En este preciso instante no dialogo con nadie.
-¿ dónde estás, pepito grillo?-
Este grillo no es mi conciencia. En ocasiones
puede ser un intuido pensamiento ajeno. En ocasiones soy yo misma en
situaciones diferentes y hasta figuradas. Puedo ser yo en un pasado, o quizá en
un futuro imaginado. Pero este grillo no es mi conciencia. Pepito grillo es un
cri-cri que en el pasado me ocasionó demasiadas molestias. Pepito grillo me
hizo llorar, me hizo pasar miedo, pero probablemente hoy lo echaría tanto de
menos que no creo pudiera vivir sin él.
- Pepito, respóndeme –
insisto indignada- pero ahora le parece oportuno ignorarme.
Mi cri - cri está dormido.
Esto hace que me sienta ciertamente abandonada, el presagio de mi propia
despedida.
Miro hacia el vacío sin
fijar la mirada en ningún lugar determinado. Sé que es una forma de perder el
tiempo, una manera como otra cualquiera de rendirse a los instantes. Y pierdo
el tiempo. Me dedico a perderlo de manera escandalosa, soy plenamente
consciente, a veces me gusta, lo disfruto, y por este motivo no me arrepiento
de ello.
Me acomodo en el sofá.
Decido ponerme cómoda porque intuyo que voy a estar durante el resto de la
tarde en esta posición. Puedo pasarme así durante horas enteras, haciendo nada.
Aquel día ya caía la tarde.
De las tardes jamás me olvido. Puedo olvidar la mañana, quizá una madrugada,
pero jamás una tarde. Las mañanas pueden llegar a ser diferentes. Las noches
guardan un misterio impenetrable. ¿ qué podría sorprenderme de la decadencia
que me trae la tarde? El declive es siempre tan esperado que me parece
vergonzoso.
Recordar. Qué ejercicio más
absurdo cuando el archivador está vacío. La documentación de esta carpeta se ha
extraviado. Las imágenes también se han borrado.
-¿ hay alguien divirtiéndose
entre las nubes de mi cerebro? ¿ me oís?
-
Todos duermen -, algunos descansan, otros han
desaparecido para siempre.
No voy a forzar mis
recuerdos durante más tiempo. Me niego. Que regresen cuando quieran, aquí
estoy, siempre estoy aquí.
Aquella tarde existió.
Aquella tarde la viví, y de qué manera. Está grabada con frío en mis entrañas y
hay fríos que no se pueden olvidar.
Ahora sí. La habitación
comienza a oscurecer, pero permanezco impasible.
- Debes salir a soltar el
perro – me digo – ya parece tarde.
Me incorporo con bastante
esfuerzo. Me dirijo hacia la ventana. Me asomo y miro a través del cristal.
Está oscuro – pienso- la granja de enfrente
tiene sus luces encendidas.
Qué importa – susurro- . en este lugar da lo
mismo tener el perro fuera o dentro. En este lugar dan lo mismo las luces. Mi
camioneta está afuera, y yo estoy dentro. Hay demasiado silencio, por eso lo
demás no importa.
-¿ dónde dejé los pétalos de
rosa?
Me dirijo sin ánimo hacia el
aparador. Los busco sin éxito. Quizá en este otro lugar..., - no -, tampoco ha
habido suerte, no los puse aquí. Quién sabe si los guardé en alguna de mis
cajas de madera.
Sí, - me digo- creo recordar
que las guardé en una caja de madera, sin embargo no recuerdo en qué maldito
lugar he puesto esa caja de madera.
No busques una caja color
caoba - me advertí- la pintaste de un
verde horrible la pasada temporada ¿ recuerdas?, - ese día sí lo recuerdas
¿verdad?
- Sí, ese día lo recuerdo.
Debo buscar una caja de madera, una caja de
madera de color verde, quizá de un horrible verde.
- Sí, ese día lo recuerdo
muy bien, hay días que no recuerdo, pero de aquella tarde no me he olvidado. La
caja está tallada a mano, la adquirí ya tallada, y no es muy grande, sé que no
es muy grande. ¿ realmente hace tanto tiempo que no veo esta caja? Es curioso,
no la había echado de menos. Es probable que guarde demasiadas cajas.
Los pétalos los puse en el
cuarto de baño, en el armario del cuarto de baño, aunque no lo recuerdo,
pudiera ser que los guardara en esa caja, podría ser que estuviera pensando en
otra cosa cuando las coloqué allí, y por este motivo no lo recuerdo.
Sí, sin duda lo hice de
manera automática. Por este motivo no lo recuerdo.
Suelo olvidarme de
incidentes, de vivencias, puedo incluso olvidarme de mi vida entera. Pero los
objetos los coloco siempre en el mismo lugar para que esto no suceda, y por esto me resulta extraño no encontrarlo.
A veces subo o bajo tiestos
del almacén, me llevaría la caja sin reparar en ello?
En la planta principal de la
vivienda hay un cobertizo. El cobertizo está lleno de tiestos para macetas;
tiestos de barro cocido, tiesto de plástico, tiestos de madera, tiestos grandes
y pequeños, tiestos monocromáticos, tiestos esmaltados, tiestos pintados a
mano, tiestos de enea y también de bambú. El almacén está lleno de sacos con
tierra; tierra vegetal, tierra abonada y otros compuestos orgánicos para las
plantas. El almacén también resguarda los aperos de las plantas, los árboles y
el huerto.
El almacén está desolado.
¿Habrá alguien en el almacén? ¿ por qué pienso en ello?
- No debo pensar en ello. –
venga, piensa acerca de otra cosa- no resulta demasiado difícil- no debes tener
miedo. ¿ dé qué me serviría tener miedo?
Estas escaleras son frías, están oscuras.
Pero es una sensación que
ahora no me afecta. Es sólo una sensación. ¿ podría salvarme la luz si la
encendiera?, no, claro que no, o quizá sí. Ahora soy una persona ciega y las
luces no pueden ayudarme. Tengo una barandilla, me es suficiente, lo demás me
da igual.
No es de extrañar que me
llevara la caja al invernadero. Allí cuelgan miles de flores boca abajo, allí
se secan, y allí crecen las que aún viven.
Bajo las escaleras, y por primera vez, he
dejado de tener miedo a la oscuridad.
¿qué miedo puedo tener a la
oscuridad? La verdadera oscuridad está en mi mente, en mi cerebro, y no
encuentro la manera de desprenderme de esta oscuridad. Lo demás ahora no me
importa, sobre todo cuando la oscuridad es insoportable. Lo demás carece de
importancia. He intentado encontrar cualquier forma para aliviar el
sufrimiento, todo ha sido inútil. Estoy cansada, y estoy tan cansada que ni
siquiera lo estoy. Me mantengo ausente, ausente de todo, ausente de todos. Me
prohibo molestarme, ni siquiera me molesto esforzándome en conseguir algo
perdurable para mi alma. Algo que pueda aliviar el dolor que siento.
– pero qué dices, ahora no
sientes dolor, ahora no sientes nada -.
- sí siento, me obstino a
veces en resolver esta situación.
- no sientes nada
-¿acaso no es el mayor de
los dolores?
- mírame, mírate,
- qué más da.
- sí, tengo mal aspecto
- piensas hacer algo para
remediarlo?
- ahora no me apetece, quizá
luego, quizá más tarde, o más adelante. En este preciso instante no tengo
intención de hacerlo
-¿dónde he visto la maldita
caja verde?, quizá junto a la ventana.
Llevo dos horas intentando
encontrar los pétalos de rosa. ¿ a qué se deberá esta cabezonería ?
Pocas cosas abandonadas en
este lugar parecen pertenecerme. Y aún así qué más da.
Si una imagen que vieron mis
ojos, un recuerdo, una emoción, un
sentimiento, no son perdurables a pesar de haber vivido en la cuna de mi alma,
¿ no puede dejar de pertenecerme un simple objeto? ¿ la materia?
En ocasiones únicamente te
queda aquello a lo que te puedes aferrar sabiendo que es real. Aquello que ves
con los ojos en el preciso instante, los aromas que te llegan y te despiertan
la memoria, o lo que puedes acariciar. Esto es la realidad.
Hay demasiadas ausencias en
mi memoria. Hay demasiadas emociones alejadas de mis manos.
Aquí están las flores.
Abro la caja despacio. Estoy
triste, pero da igual. También llegas a acostumbrarte a vivir en un estado semejante.
Este verde no es un verde
bonito. Los pétalos están intactos. La caja huele al pasado, como siempre.
Estos pétalos huelen a unos meses de mi existencia. Este aroma me ofrece
realidad. En este preciso instante gozo de una porción de realidad.
Me dirijo al cuarto de baño.
Coloco la caja sobre la repisa del cuarto de baño. Apoyo mis manos encima del
lavabo. Acerco el rostro al espejo. Han aumentado los granos. Tengo la cara
llena de granos. Y tengo las facciones muy pronunciadas, demasiado
pronunciadas. Estoy algo despeinada, pero no me importa.
¿ no crees que deberías
arreglarte un poco? – me insinuó-
no, no creo que deba
arreglarme un poco, - me digo – de hecho no voy a arreglarme ni un poco ni
nada..
Abandono la sesión del
espejo. Camino de nuevo a la sala de estar. La sala de estar es donde más
estoy, porque al menos físicamente me siento allí a descansar. Otras veces a
imaginar, y entonces no estoy plenamente en la sala. Entonces solamente estoy
en la sala de estar a medias, sin estar.
El equipo de música tiene
bastantes años. Lo adquirí por poco dinero en una tienda del pueblo de al lado.
Lo adquirí al poco tiempo de venirme a vivir aquí. El equipo funciona
perfectamente, y eso me parece suficiente.
Al pueblo subo una vez a la
semana. Generalmente subo los sábados al mercado, coloco mi puesto de plantas y
flores. Vendo las que la gente quiere comprar.
El sábado suelo desayunar
bollos recién hechos en la plaza del pueblo. Lo acompaño con una gran taza de
café en la taberna de Dña. Concha.
Algunos sábados, si hay
morriña, y todo me da igual, no subo al pueblo. Si subo al pueblo el sábado y
la jornada se ha dado bien, realizo algunas compras para la semana. Suelo
comprar pescado fresco, algunas latas y café. A veces se me antoja fruta o verdura de las que no puedo cultivar.
Miro de nuevo lo que me
rodea. Me acerco más al equipo de música.
Cojo algunos discos para ver
qué me apetece escuchar. Los voy soltando conforme decido que nos es el
momento. O si lo encuentro algo
desfasado, pese a que mañana quizá piense lo contrario.
-
este es un buen disco, una buena obra.
La flauta mágica, Mozart.
Aún permanece la pegatina con mi nombre cuando lo aparté en la tienda de
discos.
La aguja tiene polvo. Me
agacho para coger el cepillo. Cojo el cepillo y se lo paso un par de veces con
delicadeza. Coloco la herramienta en su sitio, y cojo el que utilizo para
limpiar el disco. Realizo la operación con suavidad.
Coloco el brazo de la aguja
sobre el vinilo.
- crac, primer sonido del
disco. Silencio.
- crac, silencio
ha quedado alguna motita de
polvo. La aguja aún no está leyendo.
Comienza la música, -
magistral.
Nadie se beneficia de este
instante que es para mí. Nadie interfiere en las fracciones musicales. A nadie
molesto. A nadie.
Subo el volumen. ¿ cómo
podría escuchar la ópera si no ?
Me dirijo de nuevo al baño.
No me miro en el espejo porque carece de importancia. Me acerco hasta la
bañera. Me aseguro de que el tapón está bien colocado. Giro la manilla del agua
caliente. El agua sale fría. Es lo mismo. Esto no importa. Giro la manilla del
agua fría para que la bañera se llene antes. No está tan fría. La música se oye
muy bien desde aquí. Esto está bien. Sonrío mientras me digo que si hablara
conmigo misma tendría que elevar el tono de
voz para poder escucharme. Tras decirme este comentario, sonrío más aún.
En ocasiones ayuda elevar mínimamente el tono
de voz. Sobre todo ayuda cuando la tertulia mental se hace insoportable. Pero
hoy han decidido descansar. Hoy puedo hablarme en silencio. Sonrío de nuevo
mientras lo que parece una tímida lágrima desciende por mis ojeras. Me limpio
sin dar importancia a este hecho. Una ambivalencia más dentro de un infinito mundo
de ambivalencias.
Hoy mis pensamientos son
silenciosos. Aunque alguna pequeña discusión se manifiesta. Hoy no ha habido
tertulia, pese a que los he convocado.
La caja de madera verde está
sobre el lavabo. Cojo de nuevo la caja de madera. Y cojo un puñado de pétalos
de rosa que derramo sobre el agua de la bañera.
Estas rosas no tuvieron
oportunidad de completar el ciclo biológico. ¿ habría sobrevivido alguna al
ciclo de la vida?
La rosa cae de la rama. La
rosa contiene semillas. Semillas que caen a la tierra. Agua, luz, temperatura.
¿ habría podido existir un rosal?
Esas rosas serían más rosa
que la primera de la que nacieron?
Esto no me conviene. Se me
aturde el pensamiento. Debo dejar de pensar. Murieron hace tanto, y aún
conservan el aroma.
Vierto el contenido de la
caja sobre el agua. Añado aceite con camomila.
Me arrodillo sobre el suelo.
Agito el agua con mi mano derecha.
Voy hacia el interruptor de
la luz y lo apago. Apenas se ve. La habitación contigua tiene una lámpara
encendida.
Comienzo a quitarme la ropa
tranquilamente. Despacio.
Estoy muy delgada – me digo
-. Demasiado delgada. El rostro está demacrado
Mientras, la ópera avanza.
No puedo quedarme sin música. Cuando termine de desvestirme voy a poner la obra
desde el principio.
Me dirijo hacia el
giradiscos, con la mirada serena, pero clavada en el vinilo. A penas seis o
siete pasos nos separan.
Le doy al botón automático
para asegurarme que el temblor de mis manos no dañará los finos surcos. El
brazo sube lentamente y se coloca en el soporte. Le vuelvo a dar al automático
y se levanta discretamente. Lo posiciono justo encima del primer surco
Creo que lo he colocado
correctamente, - me digo -.
Sujeto la palanca y la bajo
muy despacio.
-
crac -, silencio.
-
Crac -, silencio, - crac, silencio.
Jamás acierto a la primera
con un disco. Comienza la música.
Siete pasos de vuelta. Estoy
desnuda. Estoy delgada. Tengo frío. Agito el agua con la mano, añado jabón y
vuelvo a agitar. Apenas se ve el fondo de la bañera, la superficie está
cubierta con pétalos que comienzan a volverse transparentes. La espuma resalta
los colores. Decido entrar en la bañera. Esta música es sublime. Los violines
bailan. La soprano tiembla. Estiro las piernas a lo largo de la bañera. Respiro
profundamente. Vuelvo a respirar. Me guardo el aire. Me sumerjo entera.
Abandono el exterior. La muerte dulce. Apenas oigo el exterior. Sólo estamos yo
y yo misma. Pepito grillo me ha abandonado. Escucho la música muy lejos de mí.
Permanezco en esta posición. Todo es tranquilidad. ahora ni yo misma me
acompaño.
De aquella tarde no recuerdo
mucho más.
Una ópera. Un aroma. Un
adiós.
Carmen Cano Durán © ®
domingo, 7 de abril de 2013
NO PUEDO ABANDONARTE...AUNQUE QUISIERA
Cederme contigo secretamente
Para poder dejarte
Para regresar y volver a amarte.
Son las cinco en punto de la tarde
Esta ciudad se calla y arde
Mientras resurge un monólogo
Inacabado y me presiento
Tan cobarde.
Intenté continuar tus pasos
Allá por cada calle
Lo intenté, de veras,
Pero se hizo demasiado tarde.
La inocencia no aguarda.
Los pasatiempos
Convierten a los pies en frenéticos
Lo intento, aunque a veces quiero,
Creo que no quiero abandonarte.
Cederme contigo para marcharme
Después, y llegar hasta laberintos azules
Que me ciegan tránsitos de caminos
Y algún destino que casi adivino.
Toma tu gin -tonic ,grecolatino,
Yo tomaré un vino
Parecemos habitantes de universos
Distintos.
Todo lo intenté, y hasta me creí ser
Un ente hecha de mercurio.
Pero hoy es jueves,
Las cinco en punto de la tarde
Hay un mimo en mis pestañas
Y me preparo para verte de nuevo.
Puedes creerme que lo intenté
Cada instante,
Que tanto amor era cierto
Deseaba cederme contigo
Para poder abandonarte
Quedarme desamparada
Encontrar algún claro
Por los desiertos, sentarme,
Descansar de ti, pensarte,
Y echarte de menos,
Regresar otra vez y volver a amarte.
Carmen cano durán © ®
sábado, 6 de abril de 2013
miércoles, 3 de abril de 2013
NO FUE BACO
NO FUE BACO
Mi
sed se transforma en palabra.
Significado por ti.
Soy las uvas que lentamente
desnuda Baco
hasta convertir en visible
esqueleto inútil.
Esqueleto. Vagabundeando.
Otros disfrutaron ya el aroma
de los vinos, el placer
de los sabores y las alegrías.
Otras alegrías diferentes a las tuyas.
Otros me destrozaron la piel.
Mientras, tú te perdías hambriento,
pensándote yo, en un lugar
tan cercano.
Que cuando quise acariciarte
eras ya un tornado imposible
y desorientado.
Y desorientada yo.
Que la vida me arrancó el alma
y tú ya no estabas.
Que se me destrozó el corazón
y no te sentí cerca para abrazarte.
Que di tumbos por asfaltos,
quizá buscándote, sin buscarte,
o buscando qué.
Con un por si acaso
que ordenaba mi emoción. Sin
encontrarte.
Que te lo estoy diciendo
mirando tus ojos,
y no me oyes, no me quieres oír.
Dices. ¿ y dices algo?.
Nada.
Carmen Cano Durán © ®
Carmen Cano Durán © ®
QUEBRADO
QUEBRADO
Mis posesiones.
¿ qué hacer con lo
que tengo?
Cada vez son menos.
Las manos llenas. Escurridizas.
Se me caen. Cayendo yo.
Y Pierdo. Me pierdo.
o un insulto de pensamientos
y alguna idea.
Transcripciones utilizando símbolos
Transcripciones relativas
Transcripciones con errores.
Almacén de recuerdos.
Almacén de sueños.
Almacén de nada y de todo.
Almacén de tiempos.
Materia gris.
Pergamino. El registro
Tintas de color.
Sangre.
Alma: disminuyendo.
Memoria
adelgazada.
Cada día, como puedo,
intento estar atenta
a los impulsos eléctricos.
Libres revolotean
las imágenes,
las palabras,
conexión de ideas
mal asociadas.
El entramado.
Engaño para mí misma.
La trampa.
La celada.
Carmen Cano Durán © ®
Carmen Cano Durán © ®
PERSONIFICACIÓN
PERSONIFICACIÓN
Mi
pluma se desliza por mí.
Arrastra
colores y símbolos
configurando
contenidos cual mecenas.
La
dejo libre.
Todo
es suficiente cuando se arrastra.
Mi
pluma se está arrastrando.
¿ por qué no está ya, todo el dolor
resuelto?
Soy
salvaje, primitiva, no lo entiendo.
Una
bacante danzando junto a un río griego.
Mis
harapos fueron arrojados
desde
los cielos, desde un sólo cielo,
desde
algunos incomprensibles cielos.
Soy
tierra desnuda, ultrajada por la
naturaleza,
Mi
yo permanece sin fuerzas,
demostración
cualitativa de mi propia extinción.
Me
he cedido con cuitas y sin cuidados
a
un fin que se aproxima.
Mi
existencia! . Respiro adversidad.
El
duelo del dolor no termina,
a
veces intervalos engañosos.
Cómo engaña.
Desafiante..
Regresa siempre.
Antes O
Después.
Terrible
tormenta mental.
Se
detuvo la cuenta atrás.
Acechando - te.
Acechando - me.
Carmen Cano Durán © ®
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